Origen de la lucha libre en México

La lucha libre en México es de los deportes que sobrevive con el paso del tiempo, en particular con el país mexicano, la lucha libre se considera como un legado cultural debido a sus impresionantes espectáculos que la convierten en una de las variantes más populares de la disciplina a nivel mundial.

Según la historia, alrededor de los años 1840, la lucha libre comenzó a presenciarse en México. Sin embargo, tardó un aproximado de 100 años para que se pudiera considerar de manera oficial como una disciplina deportiva de la nación mexicana.

 Los orígenes de lo que se trata el combate provienen desde que los guerreros de los pueblos mesoamericanos se enfrentaban cuerpo a cuerpo, según lo que se puede deducir de las esculturas de dichos guerreros en esa época.

Hablando de lo que es la lucha libre en México específicamente, los lugares donde se hacían las presentaciones de los combates podían ser en arenas, plazas de toros e incluso plazas públicas. A pesar de que en la época de 1964 a 1867 cuando ocurrió la invasión francesa al territorio mexicano, los encuentros de lucha libre no dejaron de llevarse a cabo.

El conflicto político y social no supuso de un gran impedimento para que en el territorio mexicano se continuaran los eventos de dicha disciplina deportiva, pero en especial, lo mayormente practicado fue la lucha grecorromana, jiu-jitsu y el judo.  

Por consiguiente, en los inicios del siglo XX quienes estaban fomentando a incluir los eventos de lucha libre en la capital mexicana, Ciudad de México, fueron en mayor parte los extranjeros. Claro es el ejemplo del italiano Giovanni Resselech, quien organizó un campeonato de dos temporadas de pelea en 1910.

Así como 11 años más tarde se realizó otro evento de lucha donde se enfrentó un luchador mexicano contra otro rumano, bajo la organización del belga Constant le Marin.

La popularidad de los encuentros para que luchadores se enfrentaran iba creciendo cada vez más rápido en México, hasta el punto en que no tardó mucho tiempo en organizarse un combate por primera vez en la Arena México, el 21 de septiembre del año 1933.

El primer encuentro oficial de lucha libre en México

A pesar de que en el territorio mexicano ya se conocía de actividades de lucha libre indistintamente que se realizarán en plazas públicas así como en arenas, el primer encuentro oficial de lucha libre en México dio un salto más grande en aquel septiembre de 1933.

El proyecto estuvo creándose desde 1922 cuando Salvador Lutteroth, quien se conoce hoy en día en la historia de México como el padre de la lucha libre, creó la Empresa Mexicana de Lucha Libre.

Este encuentro se disputó entre el mexicano Yaqui Joe en contra del californiano, Bobby Sampson, quien ya tenía una buena reputación como luchador tras haber resultado campeón de la Marina. Dicha disputa finalizó con el triunfo para el mexicano y desde ese momento, la historia de la lucha libre mexicana no dejó de crecer.

El impacto que generó este encuentro y euforia al haber ganado Yaqui Joe, fomentó a que durante el mismo año se creara un gimnasio situado al lado de la Arena donde hubo la pelea.

El propósito fue crear una escuela de lucha libre para aquellos nativos mexicanos que aspiraban a llegar lejos como luchadores profesionales e incluso para los extranjeros que se encontraban en las tierras mexicanas y desearan formar parte de la disciplina.

Desde entonces la lucha libre mexicana tomó un rumbo de eventos cuyos espectáculos emocionaban a casi toda una nación, integrándose cada vez más a la cultura de este país.

La emoción del público fue expandiéndose cada vez más así como los campeonatos comenzaron a planearse más seguidos, ya que por su popularidad, las personas deseaban ver las presentaciones de aquellos luchadores aclamados.

Quienes se presentaban sobre el ring, eran luchadores que poco a poco fueron desarrollando sus técnicas no solo de combate sino también como personalidades que debían ofrecer un espectáculo que lograra establecer una fuerte conexión con el público mexicano.

Algunas de las características que volvieron a la lucha libre mexicana toda una sensación en cada rincón del país, eran los colores llamativos en los trajes de los luchadores que creaban de acuerdo a su sobrenombre y personalidad, así como las acrobacias características de cada uno.

Sin dejar de un lado la mención a los saltos fuera del ring que levantaba aún más el ánimo del público, las llaves que se empleaban durante las peleas al igual que los momentos en que los peleadores utilizaban el impulso de las cuerdas del octágono.

Asistir a un evento de este tipo era ir preparados a ser espectador de un show lleno de color, mucho folklor mexicano y alegría característica de la nación. Ese indiscutible elemento es la clave por la que la lucha libre mexicana comenzó a ganar popularidad no solo en el país, sino en el resto del mundo.

Los luchadores que se convirtieron en leyendas de la lucha libre mexicana

Como bien mencionamos previamente, cada luchador debía hacerse destacar basándose en su particular personalidad, independientemente de la escogida por cada quien, era importante crear un buen vínculo con el público.

Fue así como se inculcaron para los años 50, los icónicos luchadores mexicanos de la disciplina, entre los nombres que más resaltan es el intachable El Santo.

Así como El Santo, también hubo otro par de personalidades que dejaron su huella por el paso de la lucha libre mexicana, cuyo aprecio llegó a ser tan elevado que sus nombres quedaron guardados en la historia de la nación y el deporte.

Se trata de Blue Damon o El Rayo de Jalisco, que al igual que El Santo, la popularidad por ser luchadores excepcionales así como que daban al público una buena calidad de evento, les abrió las puertas para tomar otro rumbo de espectáculo fuera de la lucha libre mexicana.

Tal fue el caso de El Santo, que en general es el luchador que más popularidad alcanzó en México y que después, poco a poco, su nombre pasó las fronteras hasta llegar a otros países.

Dicho luchador tuvo la oportunidad de ser invitado a participar en la cinematografía del momento, así como también su aspecto físico inspiró a la creación de un cómic (todo bajo su aprobación).

Es decir, El Santo no solo quedó como una leyenda de la lucha libre mexicana cuya aparición siempre generaba que el evento fuera un éxito seguro, ya que además, participó y protagonizó varios filmes que en la actualidad en México, se consideran como tesoros nacionales del cine.

Finalmente, hoy en día para los jóvenes visitar la Ciudad de México que es uno de los principales atractivos turísticos del país, a presenciar una de estas maravillosas peleas de lucha libre mexicana, debe considerarse como un propósito casi obligatorio que cada joven debe experimentar.

No hay mejor opción para adentrarse a conocer en carne propia sobre lo extraordinario de la cultura mexicana que integrarse a este deporte y experimentarlo como espectador. Incluso, obtener una máscara colorida o semejante al luchador preferido de cada quien, puede ser una buena iniciativa para vivir un evento inigualable de la lucha libre mexicana.

El Santo, luchador emblemático de México

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