Historia de las máscaras en la lucha libre

Lo más curioso en la historia de las máscaras de la lucha libre es que su origen no proviene de la nación mexicana como mayormente se suele creer, por el contrario, se crearon en los Estados Unidos.

El pilar en la creación de las máscaras para la lucha libre, fue don Antonio H Martínez, nacido en Guanajuato, territorio mexicano. Este personaje entendía la clase de trabajo que era bien manejado en su zona, el trabajo del cuero para crear buenos calzados que pudieran venderse.

Martínez decidió comenzar a trabajar dicho material para fabricar calzados de cuero y en especial, los calzados para luchadores, concretamente para aquellos que estaban dentro del boxeo. Para este momento a penas la lucha libre tenía un alrededor de treinta años siendo reconocido y aceptado como un deporte en los Estados Unidos.

El mexicano no tardó mucho en convertirse aficionado a la lucha libre y asistía a cada evento además de que seguía de cerca cualquier noticia relacionada con dicha disciplina. Su afición a la lucha libre le abrió las puertas para enlazar amistad con unos de los máximos exponentes del deporte en ese entonces, Charro Aguayo.

Esta amistad conllevó a que el luchador mostrara interés por los calzados que su compañero fabricaba con cuero. Estas botas debían tener el peso correcto que le permitiera sentirse cómodo en medio de la lucha, es decir, no debían tener una suela muy gruesa o muy fina. En otras palabras, se necesitaba que fueran perfectas para las peleas.

Ahora, ya que conocemos a Martínez y a qué se dedicaba, podemos explicar de lleno cómo surgió la idea de crear máscaras que pudieran ser utilizadas por los luchadores profesionales en sus peleas.

Las máscaras mexicanas

Cyclone MacKey fue el primer luchador en utilizar una máscara para las peleas

El luchador profesional de descendencia irlandés, Cyclone MacKey se puso en contacto con este señor don Antonio H Martínez, quien ya era bastante reconocido por la buena calidad de su calzado para los luchadores. MacKey hizo una petición clara y única: una máscara para luchar que pudiera ocultar su identidad y que para sus rivales no fuera posible quitársela.

Martínez aceptó el pedido y se puso manos a la obra, procedió a tomar muchas medidas de la cabeza del luchador y con el pasar de unos días, se la entregó. El resultado no tuvo contento a Cyclone debido a los días de demora para entregarle el antifaz y que además, el material de piel de cabra había hecho que la máscara queda pequeña.

En general, fue un fracaso la creación de la máscara así que entre ambos hubo un intercambio de palabras que terminó con dinero perdido y un MacKey decepcionado al no obtener lo que esperaba.

Sin embargo, tiempo más tarde cuando se daba por seguro que el negocio de las máscaras no tendría un buen futuro, MacKey volvió a visitar el taller de confecciones de Martínez y esta vez la propuesta eran para crear seis máscaras.

Para esa oportunidad, Martínez decidió rechazar una generosa oferta en la que su cliente estaba dispuesto a dar una buena paga además de recuperar el material invertido en la ocasión anterior.

Ante tanta insistencia de parte de MacKey por un buen tiempo, Martínez no tuvo otra opción que llegar a un acuerdo entre él y el luchador.

En una segunda oportunidad, Martínez lo logró

Ahora que ya había un acuerdo entre ambos, Martínez comenzaría de cero por completo lo que significaba que volvería a tomar las medidas de la cabeza de su cliente. Según lo que se conoce, tomó 17 medidas en completo.

Si también se están preguntando la razón del porqué Cyclone MacKey decidió acudir nuevamente al taller de Martínez quien anteriormente no había podido hacer correctamente la máscara para la pelea, es porque no encontró a otra persona que pudiera lograr trabajos con acabados de tan buena calidad como Martínez.

Esta vez, el resultado marcaría la historia de la lucha libre profesional para siempre. El artesano logró confeccionar un antifaz que podía ser fácilmente manipulado por el cliente y además, contaba con las demás características pedidas por MacKey. Era una máscara con una funcionalidad perfecta.

Desde este momento, se inició lo que se conoce hoy en día como la época dorada de las máscaras de los luchadores profesionales mexicanos.

Con la popularidad de la lucha libre incrementándose cada vez más entre los mexicanos y el rumor difundido por los aficionados sobre la nueva prenda utilizada por el norteamericano Cyclone MacKey, otros luchadores de raíces mexicanas decidieron unirse a la tendencia de ese momento.

El impacto de la máscara fue tan grande que incluso se decía que a cualquier luchador cuyo antifaz fuera removido por su rival, podría entonces considerarse como el retiro de la lucha del peleador.

Un símbolo mexicano

Como bien mencionamos previamente, el uso de la máscara marcó una importancia innegable en la historia hasta el punto de condenar la carrera de luchador de alguien.

En México el significado de esta prenda tomó mucho valor hasta convertirse en un símbolo propio gracias a un gran luchador del aquel entonces.

Se trata de El Santo. Este luchador era el más importante de México en su momento y no se vio su rostro hasta que tuvo una edad avanzada. La máscara era un símbolo muy importante en su vida, tanto que cuando este ser icónico de la lucha libre en México falleció, fue enterrado con su respectiva máscara.

Desde entonces la tradición de la lucha libre mexicana va de la mano a las máscaras utilizadas en sus luchadores. Estas pueden representar perfectamente la personalidad del personaje que haga uso de la misma, cada quien porta un diseño exclusivo que lo convierta en un punto característico como luchador.

El primer luchador mexicano en utilizar una máscara

 Se trata del “Murciélago Velázquez” cuya aparición data en el año 1929. Su máscara no era alegre ni portaba colores llamativos, todo lo contrario, en realidad el negro era el color que predominaba y además, daba una impresión muy tétrica.

Años más tarde El Santo robaría toda atención con su máscara convirtiéndose en un icono y leyenda tanto de México como de la lucha libre en general. La popularidad de este personaje en ningún momento dejó de crecer.

Llegó a un punto en el que era tan reconocido que acompañó a más figuras importantes y conocidas a nivel mundial en la lucha libre profesional. Los años 60 quedan recordados como una época donde El Santo dominó la popularidad de los combates.

Luego, “Blue Demon” también se sumó para la época dorada de El Santo y en los años 70 ambos ya eran representante mexicanos conocidos mundialmente y por supuesto, la máscara era el atuendo indispensable de cada uno.

Ambos personajes compartieron desde enfrentamientos en la lucha profesional hasta entrevistas de radios y portadas de revistas, por lo que todos esos factores los acercó a un lazo amistoso. El encuentro entre Blue Demon y El Santo marcó tanto la historia de la lucha libre mexicana que el día de hoy, contamos con el legado de cada uno de ellos.

Es decir, sus herederos (Blue Demon Jr y el hijo de El Santo) continúan manteniendo muy vivo el recuerdo de sus padres.

Finalmente, hasta el día de hoy nadie puede hacer una reflexión de lo que es la lucha libre en México sin hacer una referencia a las máscaras lo que una vez más, lo rectifica como símbolo de la pelea mexicana.

La máscara le permite ocultar la identidad al luchador y de cuidarla a su vez, esa esencia permaneció desde sus muy primeros inicios y actualmente, forma parte necesaria en la cultura del peleador mexicano.

Blue Demon con su máscara de la lucha libre

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